La
Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que
marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de
la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros
pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores
y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza
y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo
largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del
domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo
de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El
color litúrgico de este tiempo es el morado que
significa luto y penitencia. Es un tiempo de
reflexión, de penitencia, de conversión espiritual;
tiempo de preparación al misterio pascual.
En
la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La
Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un
camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios,
orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras
buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas
que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que
por acción de nuestro pecado, nos alejamos más
de Dios.
Por
ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la
reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la
vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio,
el rencor, la envidia, los celos que se oponen a
nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos
a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos
también a tomar nuestra cruz con alegría para
alcanzar la gloria de la resurrección.