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lunes, 8 de marzo de 2021

La peana para el Señor de la Vida

Exactamente un año después de la esperada Bendición de la imagen de Jesucristo Resucitado, Señor de la Vida, la Hermandad pudo celebrar el momento de su entronización en su ubicación definitiva en el interior del templo de Nuestra Señora de Montserrat. A tal fin, se ha construido una peana en mármol que será el sustento, quiera Dios que por muchísimos años, de la talla del Señor.


Su ubicación en el templo. Tras no pocas disquisiciones se ha optado por situarlo en el lateral del Evangelio, visto desde el presbiterio, a mano derecha. Es una ubicación que en nada distorsiona el desarrollo habitual de las actividades y liturgias que tradicionalmente se han desarrollado en la Parroquia, no obstaculizando, además, la apertura de ninguna de las puertas. Es reseñable que cada uno de los 4 nervios que sostienen la estructura piramidal del templo cuenta en su base con una cruz con el nombre de uno de los cuatro evangelistas, siendo el más próximo a la ubicación de la imagen el que está marcado con el nombre de San Mateo, autor del pasaje tomado como referencia para el misterio de esta Hermandad, cuya maqueta se presentó en 2017 y que, Dios mediante, se irá completando en años venideros.

La idea. Al igual que con la concreta ubicación en el templo, el elemento sustentante que hubiera de ser la peana ha sido objeto de innumerables reflexiones. Finalmente, y sobre todo en atención al propio estilo del templo parroquial, se optó por una peana sencilla de elegante diseño y elaborada con mármol blanco. Ello viene a coincidir con las piezas más destacadas de la Parroquia: altar, pila bautismal, ambón y peana de Nuestra Señora de Montserrat. La idea y su diseño son una aportación del imaginero del Señor, D. José María Leal.

El material. Como se ha señalado anteriormente y pese a salirse del costumbrismo cofrade, se optó por idear una peana de mármol. Llegados a este punto y teniendo la vista el resto de elementos de la Parroquia, el mármol había de ser blanco Macael. A este respecto tenemos la satisfacción de poder decir que las piezas empleadas para la construcción de la peana son de la mejor calidad, prácticamente carentes de toda veta y, por tanto, del más puro mármol blanco Macael. Lo mejor de las canteras almerienses para el Señor; ni más, ni menos. Y todo ello pasado por las magistrales manos de D. José González, a quien tanto agradecemos el esmero puesto en la selección de la piedra y en el trabajo de la misma.

Las medidas. La peana tiene una anchura de 140 centímetros, una altura de 120 centímetros y una profundidad máxima de un metro. Más allá del minucioso estudio de la proporción deseada, ha de precisarse que para la ubicación de la imagen del Señor en ese concreto lugar se buscada, además, un objetivo: enmarcar la cruz que Él porta en la corona dolorosa de la vidriera, de tal forma que el cuerpo nuevo que se añadía al templo quedase de alguna manera integrado con otro elemento característico y esencial de esta iglesia: sus vidrieras. La anchura de la peana y su altura son las que propician que la cruz del Señor sea envuelta por la corona de la vidriera y que el corte visual que se produce entre pared y vidriera ocurra a la altura de los hombros y no de la cara de la imagen, para que su visión resultase lo más limpia posible.


El escudo. El frontal de la peana cuenta en su parte central con una pieza octogonal superpuesta en la que se ha grabado en tono dorado el escudo de la Hermandad. Con ello se consigue identificar rápidamente el conjunto con respeto total a la estética propia de la corporación. El escudo, además, ha sido reproducido a todo detalle.


Conclusión. En todo este proceso observará el lector que nada o casi nada se ha dejado al azar o se ha prestado a la casualidad. Ha llevado su tiempo, pero hoy el Señor de la Vida se asienta sobre una pieza a la altura de la calidad de su talla, consiguiendo además su completa integración en la estética del templo y la reafirmación en el cuidado en los detalles y en la ejecución de pasos firmes que desde esta Hermandad pretendemos llevar por bandera, aunque casi siempre más despacio de lo que pudiera gustarnos. Felizmente, si echamos la vista poco más de un año atrás, podemos afirmar que hemos aportado a Nuestra Señora de Montserrat dos piezas únicas, "condenadas" a entenderse, que reforzarán la fe y la devoción de una comunidad numerosa y diversa ansiosa de seguir al Resucitado. No podemos sino agradecer a D. Manuel Pozo, Párroco y Consiliario, y a la comunidad parroquial por el día vivido ayer.

Queda pendiente el estudio y modificación por suplementación de la iluminación de la imagen, lo que se hará con los mismos criterios que lo hecho hasta ahora: la búsqueda sin urgencia de la mejor iluminación posible.