Hoy es el primer Domingo de Adviento y empieza ya una bellísima época del año que enlaza con la Navidad y que, de hecho, no es ni más ni menos que su prólogo.
Por este motivo inauguramos hoy una serie de reflexiones sobre la Navidad y sobre cómo vivimos o debemos vivir la Navidad los cristianos.
Hoy nos vamos a detener en el tema del consumismo. ¿Es bueno? ¿Es malo?
Pues lo cierto es que no es ni bueno, ni malo; sino que depende del enfoque que le demos.
Económicamente, es bueno pues el consumo ayuda a los comerciantes y empresarios a vender y a producir y, sin ánimo de extensión, ello hace que la Economía en general se reactive lo que en momentos como el presente es fundamental porque así, también estamos luchando contra el desempleo. Siempre teniendo en cuenta, claro está, que el consumo debe tener un límite en función de la Economía de cada familia y que no debemos perder de vista que hay gente que pasa serios apuros económicos y con quienes tanto en Navidad como el resto del año hemos de ser solidarios.
¿Y qué hacemos entonces con quienes dicen que la Navidad es puro consumismo y que eso está fatal? Pues en algunos casos, por desgracia, hay que darles la razón. Y aquí es donde quienes nos llamamos cristianos hemos de tener clara nuestra forma de vivir la Navidad. Más allá de que organicemos cenas y comidas copiosas con nuestros seres queridos, no hemos de perder de vista que lo importante es celebrar y rememorar el nacimiento del Niño Jesús en el mundo y en nuestros corazones. Por eso, esa felicidad se traslada muchas veces (y no es malo) en juntarnos con nuestros familiares y amigos, pasar momentos entrañables y maravillosos juntos, hacernos felices los unos a los otros con la ayuda de los Reyes Magos y todas esas cosas maravillosas que ocurren en Navidad.
Fotografía: ABC.
¿Dónde está la clave entonces? Pues está en no perder de vista lo esencial: que en Navidad se celebra el nacimiento de Jesús. Por eso no debemos dejar que las luces, los regalos, los buenos alimentos nos cieguen en estas fechas sino que hemos de orientarlo todo, de un modo u otro, a celebrar con alegría el acontecimiento singular de que Dios se hizo hombre.
Por eso hemos escogido la foto de más arriba. Es una foto del alumbrado navideño de Madrid de este mismo año. En ella vemos las típicas luces de Navidad, que bien podrían representar el feroz consumismo de esta época del año. Pero, ¿qué hay en el centro? Una escena fundamental para nosotros: San José, la Virgen María y el Niño. Ojalá todos nosotros sepamos también ponerlos en el centro de nuestra Navidad y de nuestras vidas.