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domingo, 6 de diciembre de 2009

Segundo Domingo de Adviento

Ha pasado ya una semana, la primera de Adviento, y en pleno "puente de la Inmaculada" nos encontramos con el Segundo Domingo de Adviento en el que nos planteamos reflexionar brevemente acerca de la oración en Navidad y el resto del año.

Cargados de buena intención, en nuestras parroquias, recibimos en estos días constantes invitaciones a orar en torno a la Navidad. Son múltiples los símbolos y gestos que, en estas fechas, carecerían de cualquier significado si no fuese por que van acompañados de un sencillo acto de piedad: La oración ante el Belén, el tríduo de Navidad, la bendición de la cena de Nochebuena, el canto de villancicos, etc., son pequeñas prácticas que nos vuelven hacia ese “Otro” sentido de la Navidad.

Sin embargo, sin perder nunca estas costumbres, deberíamos de plantearnos si nuestras oraciones en familia se limitan exclusivamente a estas fechas. Si, dejados llevar por una ola de piedad socialmente aceptada, sólo compartimos la experiencia de Dios con una buena excusa de por medio…

Quizás deberíamos aprovechar estas fechas y no convertirlas en una “excepción” en nuestra vida interior, sino que fuesen máximas expresiones de una fe cultivada todo el año. Antes bien, sería bueno, aprovechar el favorable clima de popular devoción para acercar a Dios a aquellos amigos y familiares que viven más alejados y, a la vez, dar gracias por poder compartir unidos el misterio de la Navidad: Por poder vivir en comunidad la alegría de Dios hecho hombre, la alegría del inicio de la Salvación.