LA ESPERANZA CRISTIANA
Recordando
la venida de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, y su nacimiento en
Belén, la Iglesia nos recuerda que ese nacimiento ha tenido
consecuencias históricas importantísimas para la humanidad y para cada
uno de nosotros. Vino y no se ha ido, pues sigue con nosotros. Primero
vivió una auténtica existencia humana en todo igual a la nuestra menos
el pecado y que culminó en su muerte y resurrección. Desde entonces
sigue con nosotros de forma invisible como Señor resucitado en medio de
la Iglesia y en el corazón de todos los que le acogen como salvador.
Finalmente al final de la historia se hará visible a toda la humanidad.
Por eso la Iglesia habla de las tres venidas de Jesús, en el pasado en
Palestina, en el presente en el corazón de cada cristiano y en la
Iglesia, y al final en su parusía. Al recordar la primera, nos invita a
tomar conciencia de que nos encontramos en el contexto de la segunda,
esperando la tercera, y de sus implicaciones y lo hace evocando la
espera del pueblo de Israel a quien se prometió un Mesías.
Si estamos entre la segunda y tercera venida, significa que la vida cristiana es esencialmente espera. El tiempo de Adviento es una invitación a examinar nuestra esperanza.
La esperanza es algo connatural con la persona humana. La razón es que
tenemos un corazón ansioso de felicidad infinita y para llenarse
necesita de pequeñas satisfacciones presentes y la esperanza de otras
que acaben de llenarlo. Una persona que no espera está muerta. Dios
nuestro padre, respondiendo a esta sed de esperanza que ha puesto en
nosotros, ha prometido una felicidad total consistente en participar la
gloria de nuestro Señor Jesucristo, resucitado de entre los muertos. De
esto y sus exigencias nos habla en concreto hoy la palabra de Dios.
La primera lectura evoca de forma figurada ese futuro. El pueblo de
Israel esperaba un Mesías que iba a traer una época de paz y felicidad a
Israel y a la que se invita a todos los pueblos, que responden gozosos a
esta llamada, diciendo: «Venid,
subamos al monte del Señor... él nos instruirá en sus caminos...» y
vendrá una época de paz sobre la tierra. Es muy importante para la vida
cristiana mantener viva la esperanza de lo que “ni el ojo vio ni el oído
oyó de lo que Dios tiene reservado para los que le aman”, la felicidad
plena que hambreamos continuamente, viendo a Dios cara a cara y
compartiendo el gozo del Señor junto con todos sus hijos. El salmo
responsorial invita a responder a esa llamada: «Vamos alegres a la casa
del Señor». La meta vale la pena.
La segunda lectura y el Evangelio explicitan que este ir implica
vigilar porque no sabemos el día ni la hora, es decir, el cristiano
tiene que vivir en estado de vigilancia, como viven los servicios
sanitarios encargados de urgencias médicas o los encargados de sofocar
fuegos, siempre dispuestos a prestar el servicio... Siempre preparados a
la llegada del Señor, dispuestos a entregar la vida que hemos recibido
en prenda.
Esto exige a cada uno conocer su situación actual para corregir lo
negativo, reforzar lo débil y agradecer lo que está en buen estado. Hoy
se recomienda la medicina preventiva para conocer nuestra situación y
corregir a tiempo las deficiencias. Igualmente es importante un buen
examen de conciencia en este tiempo de Adviento que desemboque en una
confesión sacramental. Es un modo provechoso de vivir este tiempo y
prepararse. Primero hay que examinar si vivimos en gracia de Dios, es
decir, si ya hemos recibido a Jesús en nuestro corazón y lo aceptamos
como amigo y después cómo vivimos esta amistad.
En cada celebración de la Eucaristía, mientras esperamos su gloriosa venida (III anáfora),
Jesús resucitado viene a nuestro encuentro para alimentar nuestra
amistad común y ayudarnos a crecer en ella, preparando así el encuentro
definitivo.
PRIMERA LECTURA. Lectura del libro del profeta Isaías 2,1-5: El Señor reúne todos los pueblos en la paz eterna delReino de Dio
SALMO 121,1-2. 3-4ª. 4b-5. 6-7. 8-9: Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”
SEGUNDA LECTURA. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13,11-14: Nuestra salvación está más cerca
EVANGELIO. Lectura del santo evangelio según san Mateo: 24,37-44: Estad en vela para estar preparados.
Fuente: www.diocesisalmeria.es
Autor: Antonio Rodríguez Carmona.